Crítica- ‘X-Men: Apocalipsis’

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Título original:X-Men: Apocalypse

Año: 2016

Duración: 143 min.

País:Estados Unidos

Director: Bryan Singer

Guión: Mike Dougherty, Dan Harris, Bryan Singer, Simon KinbergMúsicaJohn OttmanFotografíaNewton Thomas Sigel

Reparto: James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Nicholas Hoult, Oscar Isaac, Rose Byrne, Evan Peters, Sophie Turner, Tye Sheridan, Josh Helman, Kodi Smit-McPhee, Lucas Till, Alexandra Shipp, Olivia Munn, Lana Condor, Hugh Jackman, Stan Lee

Productora: Twentieth Century Fox Film Corporation / Dune Entertainment / Marvel Entertainment

Género: Superhéroes

Ficha de Sensacine

Resulta que en el Antiguo Egipto había que temer menos el juicio de Osiris que la furia de un tal Apocalipsis. Este dios pagano comenzó siendo un humano con habilidades poco comunes y acabó convirtiéndose en un ídolo inmortal que absorbía los poderes de otros como él (los primeros mutantes). ¿Qué sucedió? Ya sabéis, los seguidores de una religión mayoritaria son bastante reacios a la invasión de nuevos dioses a los que adorar. Y eso que los egipcios eran politeístas, el pobre Apocalipsis hubiera tenido poco que hacer en nuestra laica sociedad religiosa. Sea como fuere este nuevo ídolo con ínfulas de tirano es derrocado por un grupo de rebeldes, pero su cuerpo queda conservado en una cámara subterránea en El Cairo. Nadie se acuerda de la existencia de este falso ídolo hasta que una secta de los años 80 del siglo XX decide que es hora de sacar la pala y buscar las respuestas a su miserable vida en la deidad perdida. Moira MacTaggert (Rose Byrne), enviada de la CIA, es testigo del renacer de lo que parece ser la nueva amenaza para la paz mundial (la paz basada en el «no te ataco porque tú tienes armamento nuclear y tú no me atacas a mí por el mismo motivo», ese tipo de paz). En la Academia del profesor Charles Xavier (James McAvoy) no son muy conscientes de esta nueva amenaza hasta que Apocalipsis se presenta ante sus puertas con los cuatro jinetes, cómo no, del apocalipsis: Tormenta (Alexandra Shipp) , Magneto (Michael Fassbender), Psylocke (Olivia Munn) y Angel (Ben Hardy). Y ya sabemos lo que viene después, ¿no? Lucha encarnizada (con un Magneto muy cabreado).

Y ese es el argumento de la película a grandes rasgos, nada nuevo en el mundo del cine (tampoco creo que ese fuera el objetivo de Bryan Singer). Antes de seguir escribiendo voy a romper con la norma de no mostrar el «yo» en las críticas que me enseñaron en la facultad y os voy a contar un pequeño secretito: soy fan, pero fan de póster, de X-Men. ¿Qué tiene eso de malo? Pues que mi objetividad se puede ver nublada por mi entusiasmo. ¿Ventaja? Puedo comparar este película con las anteriores y valorar cómo evoluciona la trama general, si es que todavía se puede hablar de ello; hemos viajado tanto al pasado y al futuro y han muerto y renacido tantos personajes que uno anda un poco perdido. Hemos vuelto al pasado, y en el pasado Jean y Cíclope siguen vivitos y coleando, pero, tengo una gran duda: ¿Va a suceder todo tal y como ya sucedió? Nietzsche y su Teoría del Eterno Retorno nos diría que sí, pero, como el asesino de Dios no es el guionista, andamos un poco perdidos. Algunos guiños a las primera películas de X-Men me hacen pensar que puede que volvamos a ver al Fénix desatado y con dilemas lobunos. Dejo ya de divagar, lo prometo. Por cierto, a lo de la comparación con otras películas de X-Men, el problema de Apocalipsis se llama Días del futuro pasadoLas comparaciones son odiosas.

Como seguidora de X-Men estaba deseosa de conocer a los nuevos personajes, o a las nuevas versiones más jóvenes de personajes que ya conocíamos. En especial quería ver cómo se desenvolvía Sophie Turner (alias Sansa Stark), pues la extraordinaria Phoenix de Famke Janssen pesaba sobre este personaje. Desde luego el equipo de casting ha demostrado saber encontrar a los actores perfectos para las versiones jóvenes de personajes míticos. Era difícil estar a la altura de los Xavier y Magneto de Patrick Stewart e Ian McKellen, pero James McAvoy y Michael Fassbender se han ganado el puesto con honores. Sophie Turner consigue dar vida a una joven Jean Grey atemorizada de su propio poder, pupila aventajada del profesor Xavier y poseedora de una fuerza interior que solo ella puede imaginar. Sin embargo, me falta ese «cuidado conmigo, soy peligrosa» que irradiaba el aura de la Jean Grey adulta (Famke Janssen). Y aquí puede que esté tirando mucho de subjetividad porque estamos hablando de mi personaje favorito. En cuanto a los nuevos Tormenta y Cíclope, ambos salen airosos de lo que se espera de sus papeles y, de hecho, Alexandra Shipp apunta maneras para plantarle cara a la Tormenta de Halle Berry. Otro personaje al que supongo que todos los fans esperábamos con ganas era a la Psylocke interpretada por Olivia Munn. Dejad de esperar. El personaje prometedor se convierte en una figurita de acción más preocupada por lucir su escaso e incómodo traje que por otra cosa. Cierto es que no podemos culpar de ello a Olivia Munn, más bien deberíamos preguntar a los guionistas dónde quedó el desarrollo del personaje de Psylocke (se lo comería el perro).

Como a Olivia Munn le hayan pagado por palabra pronunciada, su cuenta bancaria tiene que estar llorando.
Como a Olivia Munn le hayan pagado por palabra pronunciada, su cuenta bancaria tiene que estar llorando.

¿Sabéis cuál es una de las cosas que más me gustaba de X-Men? Su seriedad. Y me explico. Últimamente el universo cinematográfico Marvel  parece tener como norma general que sus personajes trabajen su vis cómica; aunque el mundo esté a punto de explotar hay que hacer la coña. La cosa es que X-Men está fuera de este universo tragicómico y en sus películas se han caracterizado por la sobriedad y la formalidad; los mutantes estaban amenazados y encima tenían la responsabilidad de salvar al mundo, no había tiempo para bromas. Creo que los gags cómicos son un recurso fácil para ganarse al público y metérselo en el bolsillo y una forma de evitar que la seriedad se vuelva en contra de la película, que puede acabar por caer en el ridículo. Sin embargo, si dejamos a un lado X-Men: La decisión final Lobezno Inmortal, los mutantes habían conseguido salir más que airosos sin tener que sacar al cómico que llevaban dentro. En Días del futuro pasado ya nos presentaron a un Mercurio (Evan Peters) con más ganas de de divertirse que de salvar el mundo, aunque durante sus travesuras acabe salvándolos a todos, claro. Todos nos reímos con la secuencia a cámara lenta en la que los policías no acababan del todo bien parados. En X-Men: Apocalipsis volvemos a tener ralentización y bromas marca Quicksilver, pero éste deja de ser el  único graciosete de X-Men y parece que todos se ven en la obligación de sacar su vena chistosa. Desde aquí pido una asociación de damnificados por Tony Stark y su pandilla de payasos superheroicos.

Mercurio se ha convertido en el graciosete de los X-Men.

No puedo terminar esta crítica sin quitarme por completo la capa de fan y sacar una conclusión final de la película. Si queréis superhéroes y acción, Bryan Singer os lo sirve en bandeja. Las dos batallas finales tienen patadas, puñetazos, volteretas, explosiones, miradas intensas y furiosas y ralentización de momentos inminentemente trágicos como para aburrir. Ya tenéis compensado el precio de la entrada. Sin embargo, si habéis estado atentos a la primera parte de la película y no estabais simplemente esperando a que comenzaran a saltar cosas por los aires, puede que acabéis sintiendo cierta sensación de vacío. La primera parte abre uno nudos interesantes que acaban siendo desenredados a tijeretazo. No obstante, se dejan abiertas algunas tramas  llamativas. Habrá que esperar para comprobar si todavía se puede exprimir el universo de los X-Men con buenos resultados.

Lo mejor: Magneto, Xavier y Mística siguen en forma. Los nuevos fichajes han captado bien la esencia de sus personajes.

Lo peor: Los gag cómicos metidos con calzador eran poco necesarios. Con la personalidad desenfadada de Mercurio ya nos bastaba. No, en serio, cuánto daño han hecho Tony Stark y su compañía de cómicos «vengativos». Los agujeros e incongruencias tras tanto ir y venir en las tramas de películas pasadas tampoco ayudan demasiado.

Nota: 6/10