Crítica – ‘Luna Nera’

Título original: Luna Nera

Año: 2020

Duración: 44 minutos.

País: Italia

Dirección: Francesca Comencini, Susanna Nicchiarelli, Paola Randi

Guion: Francesca Manieri, Laura Paolucci, Tiziana Triana

Fotografía: Valerio Azzali

Reparto: Antonia Fotaras, Giorgio Belli, Manuela Mandracchia, Roberto De Francesco, Federica Fracassi, Lucrezia Guidone, Adalgisa Manfrida, Giada Gagliardi, Giandomenico Cupaiuolo, Gloria Carovana, Filippo Scotti

Productora: Fandango Produzione. Distribuida por Netflix

Género: Drama. Brujería

Ficha en Filmaffinity

Seamos honestos, el fenómeno Netflix ha marcado un antes y un después a la hora de consumir series de televisión. Lo que más me gusta de la plataforma no es poder ver, dónde y cómo quiero nuevas series o películas, sino la pluralidad a la hora de apostar por producciones alrededor del globo.

Hacía tiempo que Netflix no fichaba una producción italiana, y por fin, lo ha hecho. Luna Nera llegó a nuestras pantallas para quedarse, esperemos, por mucho tiempo. Esta ficción italiana trata el tema de la brujería, y de cómo, antiguamente, se consideraba un castigo. La historia está basada en un manuscrito italiano del siglo XVII, sin publicar, según el cual varias mujeres fueron acusadas de brujería.

Ade (Nina Fotaras) es una chica que descubre su destino junto a una familia de brujas mientras el padre de su novio intenta cazarla al enterarse que practica la magia negra después de que ésta ayudase a su abuela en un parto.

Luna Nera
Las protagonistas de ‘Luna Nera’ (Foto; Netflix)

La trama avanza de forma coherente y progresiva, la fotografía es limpia y el escenario, a priori, nos sumerge en el ambiente de la vieja Italia, la de los pueblos y los bosques. Luna Nera apuesta por una visión propia de la brujería, con elementos reconocidos por el folklore pero nos habla también de sororidad, de amistad, de valores y de injusticia. Aunque esto, no podía ser de otra manera, ya que un gran porcentaje del equipo, delante y detrás de cámara está conformado por mujeres, otorgando a un asunto tradicional como el de las brujas esa mirada propia.

El drama, dirigido por Susanna Nicchiarelli y Paola Randi, parece una habitación cerrada en la que cada episodio se va abriendo una ventana, conociendo mejor a cada personaje y el conjunto de la trama. Hay cierta consonancia entre acciones y personalidades de los personajes, como la guerrera Leptis, a la que da vida la actriz Lucrezia Guidone, una mujer valiente, obstinada y leal, sin embargo, chirría un poco más la historia de los protagonistas, de los ‘Romeo y Julieta’ del siglo XVII, Ade (Antonia Fotaras) y Pietro (Giorgio Belli), no sus tramas individuales, que tienes frescura y personalidad propia, sino la que compartes como enamorados, teniendo en cuenta que la serie cuenta con 6 episodios, en lo que en el segundo ya se juran amor eterno, después de tener un amor a primera vista, y muy pocas conversaciones. La trama amorosa entre Ade y Pietro no llega a convencer, ni a calar, pero, tras el final de temporada se entiende necesaria para su continuación.

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El personaje de Fotaras, Ade, tiene presencia, y no hablo físicamente de Ade, una joven dulce y de ojos atormentados, sino del halo de misterio entre lo que eres y podrías llegar a ser, una forma original de poner de manifiesto la lucha entre el bien y el mal, lo que decido o deciden por mí, actos tras decepciones y emociones, el personaje conductor de la temporada ha estado a la altura

Como toda buena serie de brujas, Ade no es del todo un espíritu libre y solitario, descubre al aquelarre de su madre, y es ahí donde los efectos especiales de Luna Nera sorprenden positivamente, bien avenidos, estando donde deben estar y no abusando de la aparición de la magia. La líder del aquelarre es Tebe, una bruja de pelo largo blanco, la voz de la conciencia y la experiencia, es interpretada por la excelente Manuela Mandracchia, un personaje atrevido, duro y con mucha magia, y no porque sea bruja, es una mujer intransigente, pero de gran corazón, que lleva la responsabilidad de proteger a estas mujeres perseguidas; ante su apariencia dura y la rectitud de su comportamiento vemos su brillo en pequeñas acciones y gestos, especialmente cuando se trata de Leptis, su amor. Cabe resaltar que Leptis y Tebe son las representantes del colectivo LGTBI+ en Luna Nera, un punto a favor de la ficción es que su relación no suponga un foco de atención, integrándola en la trama con la naturalidad que se requiere.

La Iglesia y sus adoctrinados, los banandanti, también cuentan la historia de Luna Nera, estos, eran miembros de un culto cristiano campesino basado en la fertilidad de la tierra difundido en la región italiana del Friuli entre los siglos XVI y XVII, el objetivo fundamental de los benandanti, etimológicamente ‘los que hacen el bien’, era combatir a los brujos y a las brujas. También se conoce a lo largo de la trama a algunos de sus protagonistas, su vinculación con la Iglesia, la hipocresía de la misma y los falsos intereses de sus responsables.

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En muchas ocasiones, Luna Nera realiza, en su conjunto, esa crítica al miedo que históricamente se ha profesado a las mujeres libres, con conocimientos sobre la naturaleza, la biología y la ciencia.

Actualmente, Netflix no ha desvelado nada sobre si habrá una segunda temporada de esta obra, no obstante, yo ya me encuentro haciendo conjuros para que así sea porque Luna Nera tiene mucho que contarnos y muchos personajes con los que enamorarnos, asimismo, la recomendación de cabecera es disfrutar de la ficción italiana en su idioma original.

Lo mejor: el descubrimiento progresivo de las brujas y sus poderes.

Lo peor: la poca credibilidad de la historia de amor entre Ade y Pietro.

Nota: 8,5.