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Crítica – ’Loki’ (Temporada 1)

Título original: Loki

Año: 2021

País: EEUU

Dirección: Michael Waldron, Kate Herron

Guion: Michael Waldron, Tom Kauffman, Elissa Karasik, Bisha K. Ali, Eric Martin

Música: Natalie Holt

Fotografía: Autumn Durald

Montaje: Paul Zucker, Emma McCleave, Calum

Reparto: Tom Hiddleston, Sophia Di Martino, Gugu Mbatha-Raw, Owen Wilson, Cailey Fleming, Richard E. Grant, Wunmi Mosaku, Erika Coleman, Sasha Lane

Productora: Marvel Studios

Distribuidora: Disney+

Género: Ciencia ficción, aventuras

Ficha en Filmaffinity

Loki y el fin de su primera temporada culmina la incursión definitiva de Marvel Studios a la televisión, con la tercera entrega episódica de la reciente fase 4 disponible en Disney+. La última producción de la casa del ratón ha logrado datos de audiencia extraordinarios, batiendo récords no sólo en su propia plataforma, sino en la competencia y resto de pantallas tradicionales, convirtiéndose en el producto televisivo más visto en toda la ficción internacional de esta temporada.

La historia, en paralelo a Wandavision y Falcon y el Soldado de Invierno, sigue la odisea del Loki alterno que conseguía escapar con el Teseracto en Vengadores: Endgame, huyendo así de su fatídico destino. Ahora, atrapado y condenado por una agencia burocrática, la AVT (Autoridad de Variación Temporal), el antihéroe asgardiano tratará de averiguar quién es y su cometido real tras haber generado una ramificación en la Sagrada Línea del Tiempo.

La serie (co-producida por su estrella, Tom Hiddleston) es una suerte de aciertos interesantes y errores cobardes que acaba por revelarse más como una entrada a una infinitesimal combinación de posibilidades para el futuro del Universo Marvel que como un producto consciente de sí mismo y su potencial, sobre todo en relación al arco del personaje principal (Loki) y su carismática variante femenina (Sylvie, interpretada con maestría por Sophia Di Martino). Loki es una ficción que tiene muy claro a dónde se dirige… pero no tanto cómo llegar. Severos minutos de sus episodios acaban por marear al espectador con vueltas en círculos y reiteración sistemática de consignas que ya no sólo se han proclamado en la propia serie, sino que ya conocemos del personaje por sus anteriores intervenciones en el UCM.

«Loki es traidor por naturaleza»: lo sabemos.

«Loki sólo busca poder»: lo sabemos.

«Loki está destinado a morir y resucitar reiteradamente»: lo sabemos.

«Loki no podría aliarse con otro Loki porque se apuñalaría a sí mismo de todas formas»: lo sabemos.

¿Por qué no pasamos página? ¿Por qué no construimos algo sobre esas premisas elaboradas y erigimos una ficción en que el personaje evolucione acorde a su temporalidad? ¿Por qué si se trata del Loki villano de Vengadores transiciona de forma tan espontánea al de Thor: Ragnarok?

Loki
Loki (Tom Hiddleston) y Sylvie (Sophia Di Martino) forman un dúo caótico para un universo caótico.

Marvel Studios es sin duda una de las productoras más inteligentes y acertadas en la elección del casting. Dando por descontado a Tom Hiddleston, la vuelta de tuerca a Owen Wilson resulta una agradable sorpresa que, sin embargo, acaba por diluirse sin sabor alguno a medida que avanzan los episodios. La indiscutible reina de la fiesta es Sophia di Martino; capaz de arrebatar la presencia de Hiddleston en el escenario y que ha acabado por construir una versión femenina de Loki con poderío, sentido y distinción. La química irradiada por el protagonista con estos dos intérpretes es, además, natural, enternecedora y disfrutable. Esta serie demuestra, una vez más, que el mayor porcentaje del valor bruto de Marvel recae sobre sus actrices, actores y en las dinámicas entre ellos.

El diseño artístico y de producción es encomiable y está más cerca de la extraordinaria labor y el sobresaliente interés de Wandavision que del insípido Falcon y el Soldado de Invierno; la construcción de los decorados y la paleta de colores tanto de la aburrida TVA (emulando ese tono burocrático americano de los cincuenta y sesenta) como de los diferentes escenarios recorridos por las Variantes (el anaranjado y violeta Lamentis-1 generan un efecto apocalíptico parcialmente replicado para El Vacío del episodio 5) es más destacable que el apartado de vestuario y maquillaje, que escapa con un aprobado raspado sin innovar, mejorar o impresionar.

La estructura de la temporada es caótica, inconsistente en ritmo y montaje y se guía la regla de «por cada capítulo bueno, el próximo será regular». Cuando por fin el capítulo parece dirigirse a un lugar interesante y contar algo, saltan con un cliffhanger insulso que se resuelve en los primeros minutos del siguiente episodio… Y así hasta el tedio del episodio final, a quien le urge la imperiosa necesidad de atar todos los cabos y enganchar con el futuro de la franquicia sin estilo ni elegancia. El cierre de temporada atiende antes a la continuación del UCM que a la del propio show del que proviene.

Loki consigue entretener y captar la atención en sus seis episodios de cuarenta y cinco minutos, pero también transmite la sensación de que esta historia era una película de dos horas que se ha estirado como un chicle hasta conformar una serie: la duración de cada capítulo y de la misma en su conjunto es significativa más corta que las dos anteriores y, como mencionaba anteriormente, es más un pasillo argumental que conecta las habitaciones de las tramas de las películas de la fase 4 que una casa en sí misma. Esto genera un problema evidente: Loki no es una serie sobre Loki, sino sobre el multiverso Marvel; lo que podemos concluir en que… Loki da igual. Loki podría tratar sobre una variante de Iron Man, Rocket o el Soldado de Invierno y, salvando detalles, el conjunto resultaría en el mismo. La ficción no ahonda el personaje (sólo regurgita sobre lo ya conocido), las escenas de acción son arquetípicas y pobres y el desarrollo de caracteres es limitado con el fin de guardar munición para las siguientes temporadas.

En líneas generales, Loki está bastante lejos de ser un producto fallido o aburrido; si un punto a favor tiene la serie, es que cada capítulo es tan apetecible y comestible como una golosina. Pero si se busca matar el hambre, esa golosina no es suficiente. Es una historia de aventuras entretenida, sencilla, predecible y naíf; un Loki más próximo al público infantil-juvenil que al adulto, una oportunidad perdida teniendo en cuenta que era su versión primigenia y no la más reciente. Entretiene, pero se detiene; busca, pero no encuentra y, en conclusión; mola pero no trasciende.

Siento empatía por Loki, porque me recuerda a lo que le decían los profesores a mis padres en las tutorías: no es mal alumno, pero podría dar más. Ah, y habla demasiado.

Lo mejor: Las interpretaciones, el diseño artístico y la banda sonora.

Lo peor: Genera unas expectativas que se desinflan a cada capítulo. No pierde, pero porque no arriesga.

Nota: 6,5/10