Crítica – ‘Jota de Saura’

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Título: Jota de Saura

Año: 2016

Duración: 1 hora 30 minutos

País: España

Director: Carlos Saura

Guión: Carlos Saura

Música: Alberto Artigas

Coreografía: Miguel Ángel Berna

Fotografía: Carlos Saura

Reparto: Miguel Ángel Berna, Manuela Adamo, Sara Baras, Carlos Núñez, Juan Manuel Cañizares, Ara Malikian, Giovanni Sollima, Enrike Solinis, Maria Mazzota

 Productora: Telefónica Studios, Tres Monstruos, Movistar +

Género: Documental musical

Carlos Saura es de sobra conocido en el mundo del cine. El director, fotógrafo y escritor oscense de 84 años ha sido y es un innovador; sea cual fuere el género, tema o estilo cinematográfico en el que decide adentrarse. ¿Quién no ha oído hablar, alguna vez, de La caza, Cría Cuervos o ¡Ay, Carmela!? Clásicos que forman parte de la historia.

Esta “película musical” que, tenía como “asignatura pendiente”, sigue la línea de sus últimos films en los que el flamenco y los fados portugueses fueron los temas a tratar. Sin embargo, en esta ocasión, el maestro ha elegido la jota, música de su tierra, cuyo objeto es mostrarla al mundo, darla a conocer desde un punto de vista atípico. Los trajes folclóricos se han quedado en el armario. Jota de Saura busca un nuevo camino: ya no sólo usando ropa normal, sino hilándola junto a otros estilos musicales como el flamenco, fandango o el jazz.

La película se divide en 25 jotas distintas de las que, si no eres un amante de este género, acabarás un poco saturado. No obstante, hay auténticas maravillas: composiciones que hasta el propio Saura ha confesado que obligaba a repetir por el placer de volverlas a escuchar.

A mi juicio, de esas 25 jotas, destacaría las siguientes como imprescindibles: la Flamenca, la Gallega, la Gran Jota de Tárrega y la Jota de Sarate.

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Imagen de la película

La primera es pura magia. La fusión del arte jotero del bailarín zaragozano, Miguel Ángel Berna, junto a esa bravura del sur que su taconeo embelesa a todos: la magnífica Sara Baras. Para mí, lo mejor de la película.

Seguidamente, la gallega es también una delicia. La música del gaitero Carlos Núñez y su equipo aportan una perspectiva diferente al folclore de la jota. Además, cabe enmarcar la gran jota de Tárrega, donde el maestro Cañizares realiza un punteo de guitarra española que quita el aliento y, ya, el culmen es escuchar el violín de Malikian en la jota de Sarate que, francamente, hipnotiza.

Asimismo, destacan los homenajes que Saura realiza durante todo el filme: Imperio Argentina, José Antonio Labordeta, Pedro Azorín y Paco Rabal, son los artistas elegidos, de los que el director dice “haber querido mucho”. El Rosa, Rosae de Labordeta ha mostrado la infancia vivida de ambos, – tanto del cantautor como del cineasta-, unos años oscuros en los que España sufría los resquicios de la Guerra Civil.

Por otro lado, el arte goyesco ha estado presente a lo largo de la Jota de Saura. Hasta la indumentaria de los bailarines recordaba a “La Gallinita ciega” o “La Maja vestida”, incluso, se aprecia un fragmento de una de las películas de Saura, Goya en Burdeos. Una seña más aragonesa.

En resumen, esta cinta es un homenaje a Aragón, a su cultura, y una forma brillante de abrirlo al mundo. Dar voz a esta comunidad que, en muchas ocasiones, pasa desapercibida, al igual que su jota. Una película musical, -en palabras del director-, que a priori no apetece ver, pero de la que ,una vez hayas visto, querrás, al menos, conocer un poco más sobre este género, incluso (¿quién sabe?) ir a por unas castañuelas  y empezar a aprender a tocarlas.

Lo mejor: La maravillosa jota Flamenca que todavía me tiene hechizada.

Lo peor: Al que no le guste la jota como género musical, se le hará un poco costoso mantenerse atento a los músicos aragoneses.

Nota: 7’5/10