Crítica – ‘Hacia la luz’

Naomi Kawase vuelve a la Seminci con su nuevo largometraje Hacia la luz

Título original: Hikari (Hacia la luz)

Año: 2017

Duración: 101 min.

País: Japón 

Dirección: Naomi Kawase

Guion: Naomi Kawase

Música: Ibrahim Maalouf

Fotografía: Arata Dodo

Reparto: Masatoshi Nagase,  Ayame Misaki,  Tatsuya Fuji,  Kazuko Shirakawa,  Mantarô Koichi, Noémie Nakai,  Chihiro Ohtsuka,  Saori,  Nobumitsu Ônishi

Productora: Kumie / Comme des Cinémas / Kino Films / MK2 Productions

Género: Drama “romántico”

Ficha en Sensacine

Probablemente, Hacia la luz fue la gran sorpresa de la Sección Oficial de la 62 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci). Sin embargo, pasó desapercibida en cuanto a reconocimiento de galardones. Como su propio nombre indica, significa un rayo de luz en una cartelera donde quedará, por desgracia, eclipsada ante la Liga de la Justicia y otros títulos de más renombre.

La realizadora del filme, la japonesa Naomi Kawase, regresaba a la Seminci tras ganar el Premio al mejor director en la 60 edición con Una pastelería en Tokio y participar con su primer largometraje de ficción Suzaku en la 42 Seminci y El bosque del luto en la 52. Ganó su primer galardón con el cortometraje documental Abrazando el aire en el Festival Image Forum de Japón en 1993 y ha participado en un sinfín de festivales, como el de Cannes en 2003 y 2007 con Shara y El bosque del luto, respectivamente.

Misako intenta mostrar la luz a Nakamori en todo momento

Hacia la luz cuenta la historia de Misako (Ayame Misaki), una intérprete de películas para ciegos que conoce Nakamori (Masatoshi Nagase), un famoso fotógrafo cuya vista se deteriora por momentos. A partir de ahí, empiezan a crear un vínculo y una relación que pende de un rayo de luz, ese rayo de luz que Misako intenta mostrar a Nakamori.

Este filme se presenta como un típico cuento japonés en el que la belleza irradia de principio a fin. Puede que el público la identifique como una película de amor, pero ese no es el tema principal. El esfuerzo, superación y ganas por ser mejor persona son las enseñanzas que se pueden extraer de una historia en el que el romanticismo pone la guinda a un perfecto dulce de una pastelería de Tokio.

La aparente inocencia y delicadeza de Misako es una alegría visual para el espectador

Misako y Nakamori, los dos personajes protagonistas, se contraponen durante todo el largometraje. Cuando uno es escéptico, el otro cree fervientemente. Cuando uno está seguro de él mismo, el otro muestra una inseguridad latente. Estas características opuestas enriquecen la trama que en ningún momento pierde luz.

Esto ocurre constantemente en nuestra vida cotidiana, y Naomi Kawase lo ha sabido extrapolar con mucha efectividad, ya que muchas veces, cuando encuentras una persona que es distinta a ti, hace que te crees una barrera. Pero esa persona no se da cuenta de que a lo mejor es lo que necesita para completarse y ser feliz, y al final acaba dejándola ir. En el filme también pasa. Las inseguridades que va incubando Nakamori hace que poco a poco Misako se vaya alejando de él, justamente cuando la audiodescriptora empieza a sentir por el fotógrafo.

«Nada es más bello que lo que desaparece ante tus ojos»

Misako, al conocer a Nakamori más en profundidad, se da cuenta de que su propósito en la vida es abandonar el inconformismo y perseguir la luz que Nakamori está perdiendo poco a poco, al igual que su vista, y va a hacer todo lo posible para que él no pierda la esperanza y vuelva a ser el gran hombre que fue. Cuando el amor empieza a florecer entre los protagonistas se llega al clímax de la película.

Respecto a los detalles técnicos, tanto la banda sonora, colores, planos y fotografía en general, hace que realices un viaje exprés a un barrio típico de Japón, que discurras por sus estrechas calles residenciales y te pares a descansar bajo la sombra de un cerezo.

En definitiva, pocos “peros” se le puede sacar a Hacia la luz. Tal vez ciertos momentos de secuencias largas sin diálogos que se pueden hacer un poco pesadas y no aportan mucho. Por lo demás, Naomi Kawase ha conseguido crear un filme precioso que ojalá tenga muy buena aceptación por parte del público, porque realmente lo merece. Viajas a través de los sentidos.

 

Lo mejor: la luz que desprenden los protagonistas a lo largo de toda la historia.

Lo peor: habría sido más enriquecedor para el filme conocer más el pasado de Nakamori para poner al público en contexto.

Nota: 8/10