Por trece sin razones

El pasado año, Por trece razones fue un huracán que provocó multitud de discusiones. Existían sectores favorables a las particularidades de la serie al igual que detractores que destacaban lo dañina que podía llegar a ser esta ficción. Varios despues de su estreno en la plataforma, Netflix a partir de un breve teaser desveló una segunda temporada. Y entonces, todo lo que podía llegar a simbolizar esta serie, se perdió.

La realidad es que lo primero que me llamo la atención de su primera temporada radicaba en su capacidad para crear suspense. A los archiconocidos cliffhanger, se unía un relato anclado en ciertos temas de la actualidad que, a primera vista, podían ser de una relevancia considerable. Todo llevó al torrente que fue el final de temporada, con aquello que nos puso a todos los pelos de punto, que nos hizo retirar la mirada ante su crudeza. Cuando acabe los trece episodios, mi primer pensamiento fue que esta serie era necesaria. Que esta escena era necesaria para que los espectadores pudieramos reflexionar. Un espejo quebrado que nos destrozaba la mirada con un momento violento y brutal. Pero no sólo nos encontrabamos con esta escena, ya que los últimos capítulos fueron un non-stop de relativas a este desenlace. Desde la violación de Bryce en la piscina hasta las armas de Tyler, pasando previamente por un nuevo abuso sobre Jessica. La serie dejaba muy a las claras sus cartas, con el riesgo que eso conllevaba.

Muchos de sus críticos la tacharon de peligrosa, tendente a romantizar un acto que realmente afectaba a multitud de jovenes. Se iniciaron varias peticiones para que la serie fuera cancelada, toda vez que Netflix ya había confirmado su segunda temporada. Personalmente, consideré que Por Trece Razones era una serie con multitud de mensajes necesarios, temas que visualizar y con debates relevantes. No obstante, las posturas contrarias también me resultaban adecuadas e incluso convenientes para que el mencionado debate tuviera más puntos de vista. Sin embargo, el anuncio de la segunda temporada me hizo pensar si realmente mi pensamiento era el correcto. Tras ver esta segunda campaña, entono el mea culpa.

Hace un tiempo, realicé un artículo a favor de Por Trece Razones en un blog de cuyo nombre no quiero acordarme. Cuando lo escribí, estaba completamente convencido de cada una de mis palabras. Ahora, me toca tragármelas. Su segunda temporada es un constante de sin sentidos. Su guión es absolutamente innecesario, fruto de la necesidad de sacar una segunda entrega que puede corresponder al hype del respetable. Pero no es aquí donde se encuentra su verdadero mal. La segunda temporada de Por Trece Razones deja muy a las claras lo hiriente que puede llegar a ser, su no limitación hacia lo morboso y, sobretodo, lo enormemente frivola que puede llegar a ser. Ya he colado algún spoiler en este artículo así que paso a sostener mi argumentación en varios ejemplos de la serie. Vamos allá.

Para empezar, la escena de Tyler. Un horror. Tratada como una especie de representación espiritual en cuanto a lo explícito del suicidio de Hannah pero con mucho peor gusto. Una escena brutal, llena de fallos ya desde su inicio, porque el acto final es solo la consecuencia de una crudeza sin sentido desde el comienzo de su paliza. ¿Por qué era necesario todo esto? Hemos visto peleas durante toda la serie. ¿De verdad era necesario ver como Montgomery le estampa la cabeza a Tyler en el lavabo? ¿Toda esa brutalidad trata de concienciar en algo? No. Pero ahí no acaba la cosa ya que este momento tiene su consecuencia.

Tyler decide ir con un arma de asalto (de todo el arsenal que posee un chaval que va al INSTITUTO) a la fiesta de fin de curso. Previamente, Clay y compañía se enteran de que Tyler va para allá con intenciones, a priori, bastante macabras. Vaya por delante la enorme innecesidad de la serie de meterse en un tema tan delicado como esté, pero es que encima no tienen ni idea de como tratarlo. Gus Van Sant en su película Elephant realiza un reflejo fílmico tremendamente desgarrador sobre la matanza en el Instituto Colombine. Es una obra dura, sin miramientos, pero que deja muy a las claras cual será su tratamiento de la historia, sin ningún tipo de estigma emocional. ¿Como se soluciona el asunto de Tyler? Con Clay haciendo de El Encantador de Perros versión ametralladora. Total y absolutamente absurdo.

Finalizamos con ejercicio de cinismo completamente magistral. Durante toda la temporada, la serie había dejado muy a las claras el enorme trauma que sufre Jessica tras descubrir que fue violada por Bryce. Tanto es así que cuando se besa con Alex lo primero que se le viene a la mente son flashes de aquel momento. A todo ello se suma la presencia de Justin, su ex desaparecido que permitió tal deleznable acto. Jessica, como es comprensible, cuando se encuentra con Justin le manifiesta el odio que siente por el, deseandole incluso la muerte. Así. Una serie que trazo el sucidio por acoso como una de sus líneas temáticas principales metiendo a un personaje que le desea la muerte a otro. Bravo. Pero va a más la cosa. En el último episodio, Jessica, personaje afectado durante toda la temporada por un momento muy importante, que afecta a su integridad física y emocional, ignora todo esto y acaba teniendo relaciones íntimas con Justin, aquel al que tanto odiaba, responsable también de dicha violación y al que Jessica había deseado la muerte. Creo que no queda nada más por decir. No veaís esta serie.