Por los viejos tiempos (III): Lo que nos trajo «El Internado»

El Internado

Pasillos secretos, identidades ocultas, un grupo que da continuidad a los experimentos del nazismo en un lugar aislado del mundo y unos chavales de 17 años que cada día viven con la incógnita de si será el último. Bienvenidos a el internado la Laguna Negra. En efecto, ahora hablamos de El Ministerio del Tiempo o Bajo Sospecha para alabar la calidad de las ficciones españolas. Y la tienen. Pero pocas veces recordamos que un 24 de mayo de 2007, Marcos Novoa (Martiño Rivas) y Paula Novoa (Carlota García) llegaron de la mano en la Laguna Negra y dieron inicio a El Internado, una serie que los seriéfilos nos deberíamos esforzar más en recordar.

El Internado fue una serie española, emitida por Antena 3 entre el 2007 y 2010 y producida por Globomedia. Puede ser que no sea recordada acorde con el nivel que nos ofreció por su última temporada y el cambio de dinámica que esta conllevó tras seis temporadas. En otras palabras, porqué El Internado, probablemente debió poner punto y final a su historia un poco antes de que lo hizo. Si lo hubiera hecho, quizá (y sólo quizá) se habría ahorrado el mal trago que tener que decir adiós ‘por obligación’ a personajes trascendentales cómo Carolina Leal (Ana de Armas) o Héctor de la Vega/Samuel Espí (Luis Merlo), que volvió para una heroica aparición en el último capítulo.

Y cuidado con el bosque, que a parte de árboles, poca cosa más tenía de bueno...
Y cuidado con el bosque, que a parte de árboles, poca cosa más tenía de bueno…

Aún con esto, hay que reconocerles a actores y guionistas un más que notable final para el rumbo que había tomado la ficción española. Pero si algo más hay que reconocerles son las seis temporadas anteriores, independientemente de su nivel global, que nunca llegó a ser paupérrimo, aunque las primeras temporadas son las que se llevaron más nota, probablemente, por el aura de misterio que supieron mantener hasta que ¡bum! decidieron explotar el secreto.

Ni tráfico de órganos ni fenómenos paranormales: experimentos nazis. Pudo gustar o más o menos, pero apostaron por una temática bastante nueva en la series españolas y lo ataron bastante bien con el horror de la historia europea en el siglo XX. La ejecución de los hechos, corre de la perspectiva de cada uno. A mí modo de ver, lo hicieron bien. Incluso más que bien. ¿O es que alguien podía esperarse el siguiente paso de Marcos, Iván (Yon González), Julia (Blanca Suárez), Vicky (Elena Furiase) o Carolina? ¿A alguien le pareció sumamente descabellado el trasfondo que nos querían explicar, más allá de los elementos ficticios como las tres plantas bajo tierra del colegio?

Pero ya antes de revelar este secreto (el mayor de la serie, ya que en otros hilos argumentales ya habían avanzado unos pasitos) El Internado se coló en nuestras pantallas presentando una alternativa a las tramas policíacas de Los Hombres de Paco (probablemente una de las series más populares del momento), a la longeva Hospital Central, a la comedia de Los Serrano y su polémico final; y también al drama adolescente de Física o Química, que también aterrizaría en Antena 3 meses después. El Internado trajo un aura de misterio real. De aquel que si no eras muy propenso a las películas de miedo, podía causarte algún que otro escalofrío en la espalda. Puso fin a las historias adolescentes superfluas. Quizá lo más personal qué les pasaba a los más jóvenes no era una renovación, pero sí la manera de tratarlo, de ahondar hasta al final para que no quedara ningún cabo suelto. Rechazó, en sus 71 episodios, cualquier aproximación al género teen más americano.

Tampoco es que se olvidaran del amor... Pero de eso ya hablaremos otro día.
Tampoco es que se olvidaran del amor… Pero de eso ya hablaremos otro día.

Es más, en todo momento buscaron un tono serio. Incluso en los personajes. Personalmente, me encanta esa idea de crear a alguien, concebirlo en el bando de los malos (simplificando mucho las cosas, claro) y que sea malo porqué sí. Sin humanizarlo con un pasado tormentoso ni redimirlo con una escena final llena de lágrimas. Y no era para menos, lo que querían contar no era una tontería y no podía haber una diferencia abismal entre lo que vivían los personajes para sí y con la trama de la que cada vez conocíamos algún que otro detalle.

No era una serie cien por cien oscura (por llamarle de alguna manera) pero en cierta manera se le acercaba. ¿O es que recordáis a alguien libre de culpa en todo el dichoso internado? Este fue uno de sus puntos fuertes, apostar por el lado oscuro de sus personajes y apostar por un proyecto tan cruel como el Proyecto Gémenis, que perduró del primero al último capítulo de la serie (o al menos, hasta la sexta temporada). La trama principal siempre se mantuvo. Lo que cambió al largo de la temporada fueron el resto de hilos argumentales (que no acabaríamos nunca si los nombraron todos aquí) pero todos englobados bajo el mismo paraguas de Gémenis.

"Lo conseguimos, botafumeiro..."
«Lo conseguimos, botafumeiro…»

Además, contó con un buen reparto de actores y actrices, de conocido prestigio en el panorama español como Luis Merlo, Amparó Baró (Jacinta) o Natalia Millán (Elsa); y dio paso a unos jóvenes de la siguiente generación, al relevo, que tras su salida de la Laguna Negra no nos hemos cansado de verlos, como Yon Gonzánlez, Blanca Suárez o Martiño Rivas. Para hablar de El Internado con calma es necesario encerrarse en casa con un colega, boli y papel. Probablemente, sería más que divertido hacer un segundo artículo con los miles de detalles, tramas o características que me he dejado de contar.

Pero por ahora, me quedo con la referencia de lo que trajo  El Internado. De lo que personalmente, me hizo disfrutar de la televisión; y en global, del atrevimiento y los aspectos novedosos que aportaron a la parrilla televisiva española. Sí que es cierto que el boom de las ficciones españolas de calidad, o que se están atreviendo a hacer algo distinto es ahora. Pero vale la pena echar la vista atrás, y cómo unos pasillos iluminados, con mucha clase  y con imaginación, pusieron la primera piedra para atreverse a llevar ni que fuera por poco, algo diferente. Y a pesar del pequeño bajón que pudo haber pegado su último año, supo mal decirle adiós.