Entrevista a Víctor Matellano: «Uno es el elemento de lo que quiere contar.»

Hoy, 1 de Septiembre, llega a las salas de cine españolas el largometraje Parada en el Infierno, que presentó su tráiler hace dos semanas. El film es un western crepuscular, violento y realista protagonizado por Tania Watson, Veki G. Velilla, Pablo Scola, Nadia De Santiago, Tábata Cerezo, Enzo G. Castellari, Antonio Mayans y Conrado San Martín, entre muchos otros.

El guión corre a cargo de Antonio Durán, Juan Gabriel García y su director, Víctor Matellano; un profesional que se consolida oficialmente tras haber obrado ya otros dos largometrajes de ficción: Wax (2014) y Vampyres (2015).

Esta vez, el madrileño reaviva el género western para relatar la cruda historia de una banda de sanguinarios, liderados por «El Coronel» (Pablo Scola), que secuestran una parada de diligencias, elevando el infierno a la tierra para sumir en violencia y balas ese remoto lugar del Lejano Oeste.

El grupo 35 Milímetros lo ha entrevistado con motivo del estreno, y Matellano nos ha deleitado con interesantísimos detalles, curiosidades y la transcendencia real sobre Parada en el Infierno.

 

Entrevistador: Antes de nada, señor Matellano, muchísimas felicidades de parte del equipo de 35 Milímetros y de un servidor por tan excelente película.

Víctor Matellano: Muchísimas gracias. Me alegro de que les haya gustado.

E: Ha sido un placer. Usted está acreditado tanto de director como de guionista, así que la primera pregunta que nos surge es: ¿Estaba ya asentada la historia entre los tres guionistas o surge sobre la propia escritura, sorprendiéndoles los personajes y sus acciones?

V.M: No, ya existía una estructura inicial porque el argumento principal es de Antonio Durán. Entonces, hubo una primera línea de trabajo, que fue creciendo según iban evolucionando los personajes en determinados detalles. Pero sí que teníamos muy definida la psicología de cada uno de ellos: prácticamente, lo que teníamos más claro de la película. Cómo fue desarrollándose, especialmente puntos como ¿quién va desapareciendo de la historia? o ¿a quién se iba eliminando?, eso fue después. Pero cómo eran cada uno de los personajes, lo teníamos muy claro desde el principio.

E: Y continuando con la temática del guión: ¿cómo es co-escribir uno entre tres personas?

V.M: Bueno, mis dos películas anteriores también han sido co-escritas. Como es normal, cada uno tiene un sistema diferente de trabajo, tantos como formas de co-escribir. Normalmente, se empieza con unas líneas de trabajo, un briefing, con la condición necesaria de la presencia de los tres guionistas. Se crean unos hilos principales de argumento, a los que se llega en brainstorming y demás. Pero a partir de ahí, se trata de diferenciar aspectos o personajes por cada uno de los escritores e ir intercambiándonos la información. Existe una solución que siempre rinde a la perfección (a mí personalmente me ha funcionado muy bien en las anteriores películas) y es que la voz de los personajes esté repartida. Que alguno se especialice más en «los buenos», que otro caracterice más a «los malos»: así, las líneas de diálogo viven con más coherencia.

E: Ahora pasamos de la fase de pre-producción, para adentrarnos en la que el libreto cobre realidad. Del guión a la sala: ¿cuál resultó ser la mayor dificultad técnica en su adaptación a la gran pantalla?

V.M: No sabría decirlo a ciencia cierta. Probablemente, la adaptación misma de la historia. Lo más importante era la atmósfera: la transcripción de la intensidad dramática. Donde se ha centrado el equipo, y yo personalmente, fue en trabajar con los actores y actrices cada elemento del largometraje. Resulta ser el aspecto más satisfactorio y complejo a partes iguales: la construcción de los personajes. Todo lo demás son cuestiones técnicas y de engranajes: la construcción de un decorado, las cámaras… Y luego en rodaje, esta película se rueda exclusivamente en exteriores. Incluso el mismo lugar del decorado, las escenas interiores, son rodadas en la localización real y no en un estudio. Te encuentras a merced del tiempo: del frío, del calor, la lluvia. Es el día a día. También existen ruidos exteriores: que pase un avión, un helicóptero… Pero todo es habitual. Lo más complicado siempre es la construcción de los personajes hasta que la actriz o actor lo hace suyo; insisto de nuevo que es a partes iguales, dulce y amargo.

E: Enlazando ahora con su temática de los personajes, continuamos. Existe un reparto bastante amplio, y ninguno se solapa sobre el otro. La cuestión es, que la película cuenta con un gran alza femenino en su trascurso, y no en la temática habitual del western, que quedaban relegadas a un burdel o a la esposa de un granjero. En Parada en el Infierno encontramos un dúo protagonizado por Tania Watson y Veki G. Velilla que representan realmente un empoderamiento de su género y un instinto de supervivencia salvaje.

V.M: Es realmente importante lo que dices. Uno es el elemento de lo que quiere contar. En este caso, la violencia. Una violencia extrema, casi actual, que se está produciendo hoy día. Los asaltos que se producen en cualquier lugar, con carácter económico, que acaban con una violencia injustificada y límite: ellos son los asaltadores de esta historia. Pero por otro lado, la vista de la misma son ellas. En la película vemos su llegada, vemos a través de sus ojos, y es inevitable afirmar la modernidad inusitada de la trama y de las dos protagonistas para aquel siglo XIX. Era especialmente importante demostrar esos valores, y que los personajes con más agallas en la película son ellas: las mujeres. La trama avanza precisamente gracias a ellas dos. Por cierto, maravillosas las dos actrices, Tania Watson y Veki Velilla, ha sido un lujazo trabajar con ellas.

Tania Watson y Veki G. Velilla conforman el tándem perfecto del empoderamiento femenino y se suman a la violencia del film sin nada que envidiar al resto del reparto.

E: A título personal, puedo afirmar que me impresionó positivamente el peso femenino en la historia, y la soberbia interpretación de las dos actrices. Desde la página elogiamos su enorme trabajo.

(Pausa). Usted ha señalado la violencia extrema de la película y su modernidad casi inconsciente. El hombre que segrega el horror y el daño es Pablo Scola interpretando a «El Coronel», en otra interpretación en alza. Si bien su garfio y revólver comprenden su arsenal más letal, mención aparte merece su arma más poderosa: su propia palabra, y los discursos/narraciones con las que aterroriza a través de ella.

V.M: Sí, es un discurso que a él le viene muy bien en el fondo. La gran duda es: ¿estaba antes el discurso y luego la violencia por su parte o al revés…? ¿Realmente él ya tenía un gusto por la violencia y ese discurso le ha venido bien? Bueno, yo creo que recurre mucho a las posturas y utiliza mucho el espectáculo. En realidad, él es una caricatura de sí mismo. Porque al final, la violencia que aparece es la inusitada que he comentado. ¿Por qué en el asalto a una casa, cuando sólo podían haberlos maniatado y robarles las joyas, les han hecho sufrir tanto? Porque los asaltantes no van por el dinero, sino por otros regustos: encuentran un placer en ello. Ese es otro de los mensajes de Parada en el Infierno, la posesión de poder que supone que alguien pueda determinar la vida de otra persona… El cuándo, cómo y dónde va a morir, es lo que les produce una embriaguez de poder tremenda. Es esta y no otra la clave de la historia.

E: A continuación, procedo a presentarle la pregunta del millón para cualquier amante irrefutable del género western. En esta película colabora y participa activamente a nivel actoral Enzo G. Castellari, nada más y nada menos que una leyenda del spaghetti western y del cine mundial: intérprete, actor, director y productor de grandes clásicos como «Siete Winchester para una matanza» o la bélica «Aquel maldito tren blindado», que inspiró al archiconocido Quentin Tarantino para su obra cúlmen de madurez «Malditos Bastardos». ¿Cómo fue trabajar con una enorme leyenda del género como lo es Enzo G. Castellari?

V.M: Primero, que Enzo fue maravilloso porque de entrada apoyó el proyecto, hizo de motor de muchas de las historias, leyó el guión y aportó de su cosecha al mismo. Estuvo muy activo en la historia. Luego como actor, le hizo mucha gracia su papel y a mí me encantó que estuviera. Es muy divertido, muy ingenioso.

E: Lo vemos de hecho como el clásico estafador de medicinas milagrosas, y observamos cómo se toma tanto a su personaje como al proyecto muy en serio.

V.M: ¡Sí! Es absolutamente generoso. Recuerdo una noche en la que rodábamos un plano donde él debía estar tirado en el suelo. Podríamos haberlo hecho con cualquier doble perfectamente, y ahí estuvo diciendo: «No, no, no; yo me espero hasta la hora que sea a tu disposición. Lo que haga falta.» Es una pasada. Los días que no le tocaba a su personaje venía conmigo, se sentaba en el combo y bueno… (Ríe). Hablábamos de muchas cosas, es uno de mis directores más admirados.

Enzo G. Castellari y Víctor Matellano durante el rodaje del western.

E: Debe haber sido un sueño. Ahora, ultimando la entrevista: una película y un director (o películas y directores) que inspiren «Parada en el Infierno» (puede ser que ese director no haya dirigido la película que nombre, y a la inversa).

V.M: (Estupefacto). Wow, un director y una película que inspiren Parada en el Infierno… Es algo complicado. (Ríe). Tendría muchas películas para nombrar. Empecemos por los directores que la hayan podido instigar, que son Sam Peckinpah y el propio Castellari. Respecto a títulos… podrían ser muy dispares. Desde Condenados a vivir hasta Grupo Salvaje, pasando por Asalto a la comisaría del distrito 13, por ejemplo.

E: Es realmente palpable esta última. La película acaba evolucionando en una trama de encierro; aunque nos engañe la amplitud del paisaje y parezca que podamos a echar a correr en cualquier momento. Recuerda mucho al film de Carpenter que ha nombrado.

V.M: Sí. Se acaba generando una situación en la cual existen unas barreras invisibles, que provocan esa sensación de encierro que incluso, estando en el exterior, se produce. No pueden salir. Es, lo que «El Coronel» denomina, «su propia ley».

E: ¿Desearía enviar un mensaje para los lectores de 35 Milímetros y animar a cualquier espectador que lea la entrevista para que asista a una sala a disfrutar con Parada en el Infierno?

V.M: Por supuesto. Para concluir, transmitir que hemos construido y tenéis una película; un thriller, es acción, es cine de género sobretodo. Queremos contar una historia que es violenta, pero que siempre nos pareció necesaria en los términos que ella se marca. Y lo que más espero y deseo es que entretenga y que cuente una historia que resulte interesante para el espectador. Que lo pase bien, o lo pase mal, eso ya lo dirá la historia. (Ríe).

 

Desde la redacción de 35 Milímetros, y a título personal, felicitamos a Víctor Matellano por su película y por recuperar el western de una forma tan sincera y fiel. Agradecemos, asimismo, su enorme simpatía y jovialidad, ofreciéndonos su tiempo para esta entrevista. Esperemos confíe en nuestra página para su tan esperado próximo proyecto.