Crítica – ‘Viaje al cuarto de una madre’

Título original: Viaje al cuarto de una madre

Año: 2018

País: España

Dirección: Celia Rico Clavellino

Guion: Celia Rico Clavellino

Fotografía: Santiago Racaj

Reparto: Anna Castillo, Lola Dueñas, Pedro Casablanc, Adelfa Calvo, Marisol Membrillo, Susana Abaitua, Ana Mena, Silvia Casanova, Maika Barroso, Noemí Hopper

Productora: Amorós Producciones / Arcadia Motion Pictures / Canal Sur Televisión / Noodles Production / Pecado Films / Sisifo Films AIE / Televisión Española (TVE)

Género: Drama

Dicen que madre solo hay una. Pero en realidad eso es mentira. Madres hay miles. ¿Qué digo? Millones. De todos los tipos y colores. Tan distintas como parecidas. Pero, al fin y al cabo, madres. El cine por su parte se ha ocupado de retratarlas cientos de veces. La última la encontramos en Viaje al cuarto de una madre, ópera prima de su directora, Celia Rico Clavellino, presente el pasado mes de septiembre en la última edición del Festival de San Sebastián.

Con un reparto formado por Lola Dueñas y Anna Castillo como madre e hija, respectivamente, esta nueva cinta nos adentra en la historia de Leonor, una joven que aún vive en casa con su madre pero que quiere marcharse al extranjero, aunque no se atreve a decírselo. Estrella, por su parte, no soporta la idea de que su hija abandone el nido, pero tampoco es capaz de retenerla a su ladoViaje al cuarto de una madre habla sobre el hecho de aprender a superar la pérdida de un ser querido y de entender que la vida nos hace madurar, cambiar de opinión, equivocarnos e intentar encontrar la felicidad cuando esta parece escapársenos de las manos.

Nos encontramos ante una película tremendamente real. Su directora y también guionista nos presenta una situación tan fácil de identificar que resulta complicado no ver en el personaje de Dueñas a nuestra propia madre, a una tía, a la madre de una amiga o incluso a una abuela. Mujeres que se preocupan por los de su alrededor y que a veces no son capaces de entender que esas personas necesitan volar para conseguir conocerse a sí mismos. Porque hay ocasiones en que nos vemos en una situación parecida a la de Leonor, cuando algo te inquieta y no sabes qué es. Temes decírselo a la persona que más se preocupa por ti, tu propia madre, porque piensas que no le va a gustar la idea. Y tienes razón, pero también es cierto que no deja de ser tu madre. Sabes que es difícil para ella, pero, al final del día, igual que Estrella, tu madre se obliga a sí misma a entrar en razón y a aceptar que no te puede retener para toda la vida.

Se trata de una cinta pequeña, donde apenas vemos nada más allá de la casa de las protagonistas, dos actrices que consiguen deslumbrar gracias a su profunda química en pantalla. Anna Castillo vuelve a enamorar a la cámara con la gracia y soltura que ya demostró en El Olivo (2016) y La Llamada (2017), confirmando lo que ya había dejado claro últimamente y es que estamos ante una de las actrices con más carisma del cine español actual. Sin embargo, para mí, es Lola Dueñas la que consigue robar cada escena en la que aparece en la que es sin duda su mejor interpretación desde Yo también (2009).

La historia se desarrolla paciente pero efectiva. En un principio seguimos a Leonor en su descubrimiento del deseo de salir de aquel pueblo. Posteriormente, en el segundo acto de la cinta, nos quedamos con Estrella, una mujer viuda que, ya sin la presencia de su hija, debe enfrentarse a la realidad de aprender a vivir sola. Las dos tienen un arco dramático tan humano como necesario donde ambas buscan sanar la herida que tienen abierta desde hace tiempo aunque no sepan exactamente cómo.

Viaje al cuarto de una madre nos regala una hora y media llena de verdad. Pero ha sido, sin dudarlo, al acabar la película cuando me he dado cuenta de lo más importante. Y es que sí, efectivamente, transmite sinceridad por los cuatro costados. Celia Rico ha puesto todas sus emociones en esta obra y ahora nos ha dado la oportunidad de disfrutarla y reflexionarla. Y lo sé porque al salir del cine no pude evitar coger mi móvil para abrir WhatsApp y decirle a mi propia madre que la quería mucho. Y ella sospecho que, como siempre y al igual que el personaje de Lola Dueñas, con las gafas de cerca puestas en la punta de la nariz, el móvil un poco alejado de la cara y usando solamente el dedo índice para escribir, me contestó diciéndome que también me quería, acompañándolo luego con un “¿y eso?”. Y ha sido entonces, en ese preciso y justo momento, cuando me he dado cuenta de dos cosas. Primero, que debería decirle más veces a mi madre que la quiero. Y segundo, que había entendido la película perfectamente. Porque es real y honesta y, sobre todo, porque yo y probablemente todos alguna vez nos hemos sentido como Leonor en un momento de nuestras vidas y afortunadamente hemos tenido la suerte de tener cerca a una Estrella.

Lo mejor: La química entre sus actrices, la dirección cercana y al servicio de las emociones de sus protagonistas y, sobre todo, la verdad que derrocha la película en cada una de sus escenas.

Lo peor: Por sacarle alguna pega, que es muy difícil, se podría decir que requiere de cierta paciencia y un gusto por un cine más contemplativo y no tan comercial para poder entrar en su historia.

Nota: 10/10