Crítica – ‘Élite’ (T1)

Título original: Élite

Año: 2018

Duración: 45 minutos

País: España

Creadores: Carlos Montero y Darío Madrona

Dirección: Ramón Salazar y Dani de la Orden

Producción: Francisco Ramos

Guion: Carlos Montero y Darío Madrona

Música: Lucas Vidal

Fotografía: Ricardo de Gracia & Daniel Sosa

Reparto:María Pedraza, Miguel Bernardeau, Itzan Escamilla, MinaEl Hammani, Álvaro Rico, Jaime Lorente, Miguel Herrán, Ester Expósito, Danna Paola, Arón Piper

Productora: Zeta Cinema

Género: Drama

Estreno: 5 de octubre

Esta semana llega al catálogo de Netflix una de sus apuestas más esperadas para este otoño. Se trata de Élite, segundo drama original de la plataforma de streaming dentro de sus planes de producción para España. El primero fue Las chicas del cable, que ya va por su tercera temporada y tiene una cuarta en marcha. Al igual que en su caso, esta vez también nos encontramos con ocho capítulos de 45 minutos donde se nos presenta la historia de Las Encinas, uno de los colegios más importantes del país donde estudian los hijos de la alta sociedad española. El orden hasta ahora establecido se verá trastocado tras la llegada de tres alumnos con un trasfondo bastante más humilde después de que su anterior escuela se viese afectada por un derrumbe.

Élite vuelve a ser una apuesta sobre seguro en lo que al drama televisivo se refiere. Sus creadores, Carlos Montero (Física o Química) y Darío Madrona (Los Protegidos) no dudan en regalarnos un thriller juvenil lleno de giros de guion, personajes egocéntricos y llenos de prejuicios y mucha pero que mucha hormona revuelta. Y es que si pensabas que te ibas a encontrar con un drama de padres e hijos, vas muy equivocado. Ni siquiera los profesores de Las Encinas son medianamente relevantes. La historia está protagonizada en todo momento por los alumnos, siendo sus progenitores meros secundarios. Por un lado tenemos a los pijos con dinero de sobra para comprar lo que les apetezca y con una mala uva siempre difícil de entender. Por otro lado están los nuevos, una chica musulmana y dos chicos de barrio a los que la situación nada más pisar aquella escuela ya se les escapa de las manos. Son el centro de todas las miradas desde que ponen un pie en aquel colegio y sus compañeros no dudan en tratarlos como si fuesen animales exóticos. A ellos dos por no tener su misma situación económica, y a ella por decidir colocar su fe por encima de los prejuicios que, por ejemplo, llevar un hijab le puede suponer.

La nueva serie de Netflix cuenta con todo tipo de tramas tan actuales como en ocasiones exageradamente dramáticas y unos personajes a los que le pasa de todo y más. El chico bueno y enamoradizo que no haría daño ni a una mosca y con el que es más fácil jugar que tomárselo en serio, el pijo que se cree mejor que nadie y que no tiene reparos en despreciar a cualquiera que no esté a su altura, la chica incomprendida que a pesar de ser rica también es tremendamente infeliz, el tenista que no sabe cómo decirle a su padre que odia el deporte al que dedica toda su atención, la joven que no puede evitar objetivizar hasta el extremo a los que tienen menos dinero que ella porque, cito textualmente, la ponen “cerdísima”, o el camello musulmán y homosexual que es incapaz de decirle a su progenitor que está harto de vivir sometido. Sí, todo esto puede que suene un poco topicazo, pero Élite también es una serie arriesgada. Se atreve a introducir no solo temáticas en cierto modo más vistas en televisión como las diferencias entre clases sociales o la homosexualidad en adolescentes, sino también otras más novedosas como el VIH en la juventud española, las posibilidades del poliamor o la muchas veces complicada vida de los hijos de inmigrantes nacidos en nuestro país.

Con un reparto a medio camino entre los fichajes de otro éxito de la televisión española como es La casa de papel (María Pedraza, Jaime Lorente y Miguel Herrán) y una tanda de caras nuevas que prometen bastante (Itzan Escamilla, Miguel Bernardeu, Mina El Hammani, Omar Ayuso o Arón Piper). Élite funciona como la seda. Sus actores desprenden química a raudales y, aunque unos cumplen más que otros, en general dejan el listón bastante alto y nos regalan uno de los mejores dramas que ha visto el sector audiovisual español en los últimos años. Su tono recuerda a algunos de los mayores éxitos de la televisión reciente americana como son Big Little Lies o ¿Cómo defender a un asesino?, viajando todo el rato del pasado al presente para intentar mantenernos intrigados acerca del asesinato de uno de los personajes. Interrogatorios, mentiras, dobles caras y muchos hilos que se van desenredando, Élite no tiene reparos en jugar continuamente con el espectador. Pone a prueba nuestra confianza en unos jóvenes con los que vamos forjando un estrecho vínculo que se acaba estrellando en un episodio final que deja a cualquiera con ganas de una segunda temporada cuanto antes.

Nos encontramos ante una serie destinada al éxito. Primero, porque Netflix es una máquina imparable y, aunque es verdad que algunas de sus producciones americanas están empezando a fallar, quizás por una política de producción demasiado agresiva, en España la cosa es bien distinta. Netflix se está tomando su tiempo y, en vez de marcarse un Movistar+ y apostar a tope por autores muy reconocidos y productos más “refinados”, la plataforma busca producir éxitos masivos de audiencia. Y así lo demuestra con sus campañas de marketing que llenan las ciudades con su publicidad. Que no os extrañe si dando un paseo esta semana no paráis de encontraros con carteles de su nueva apuesta televisiva. Netflix no va a dejar que un formato tan jugoso pase desapercibido, Élite va a dar mucho que hablar. Algunos probablemente no sean capaces de entrar en su dinámica adolescente al más puro estilo de El internado, pero lo que está claro es que el público generalista va a disfrutarla muchísimo. A Élite le quedan demasiados giros, dramas y peleas bajo la manga como para quedarse en una sola temporada. La segunda ya está en marcha y un servidor no podría estar más encantado con la noticia. Netflix apunta fuerte y nosotros no podemos esperar a ver qué más nos tiene preparado bajo el brazo este gigante del streaming.

Lo mejor: Su ritmo frenético y su interés por mantener al espectador enganchado para que no deje de mirar a la pantalla en ningún momento.

Lo peor: A veces peca de intensa y exagerada. Su temática adolescente pueden no conectar con un público más enfocado en lo adulto.

Nota: 8,5/10.