Crítica – ‘Cosas de la edad’

Cosas de la edad

Título original: Rock’n’ Roll

Año: 2017

Duración: 123 min.

País: Francia

Dirección: Guillaume Canet

Guion: Guillaume Canet, Philippe Lefebvre, Rodolphe Lauga

Música: Maxim Nucci

Fotografía: Christophe Offenstein

Reparto: Guillaume Canet, Marion Cotillard, Johnny Hallyday, Jeanne Damas, Kev Adams, Gilles Lellouche, Guillaume Faure, Xavier Alcan, Norbert Ferrer, Hugo Dillon, Camille Rowe, Philippe Lefebvre, Ben Foster, Yvan Attal, Alain Attal, Yarol Poupaud, Maxim Nucci, Annie Mercier, Thomas Goldberg, Arnaud Henriet, Thierry Pietra, Nicolas Benoît, Camille Razat, Sophie Mousel

Productora: Les Productions du Trésor / M6 Films / Canoe Films / Appaloosa Cinéma / Pathé / M6 Films / Ciné+ / W9 / Canal+

Género: Comedia | Cine dentro del cine

 

Cosas de la edad

Siempre es gracioso ver a actores haciendo de sí mismos en la pantalla grande. Es inevitable sacar una sonrisilla con el cameo al servicio del fan. Un fenómeno que lleva explorando mucho tiempo el cine estadounidense y que poco a poco empieza a aparecer cada vez con más frecuencia en Europa. Es un golpecito ganador asegurado, y un buen gag si se trata de una comedia. Pero… ¿Qué pasa cuando toda una película se sustenta en esto? Parece que aquí no hay términos medios ni escala de grises. O se produce una genialidad o un traspiés importante. La película de Guillaume Canet tira más por la segunda opción, aunque por momentos apuntaba a su alternativa.

Y es que Cosas de la edad arranca bastante bien, con una premisa simple de entender y un mundo con un ligero toque de caricatura pero anclado en aquello que creemos conocer de cómo puede ser más o menos la vida de una estrella de cine. En este caso la de Guillaume Canet, que se da de bruces con la crisis de los 40 cuando la joven Camille Rowe le dice que ya está anticuado. Y a partir de aquí arranca todo.

Cosas de la edad

Los primeros minutos de película empiezan bien, con risas, cameos a tutiplen y la presentación de un universo donde queremos pasar un buen rato, y todo sigue así durante la primera mitad de la película, hasta que esta se adentra en un límite surrealista que se convierte en una bola de nieve imposible de volver a domesticar. La película pierde la credibilidad y la veracidad a pasos agigantados, cuando la caricatura pasa de ser sutil a mostrarse en exceso en cada plano. Es entonces cuando yo desconecto y no paro de preguntarme por qué la película tira por esos derroteros (y ese final) en vez de por un camino previsible pero que podría haber dejado buenos momentos y no una amalgama de locura incoherente.

Y es que el tercer acto de la película la destroza totalmente, a no ser que seas un amante de la hipérbole elevada al máximo exponente. Quizás, en un intento por sorprender los guionistas olvidaron algo esencial: no sacar al espectador de la película. Y más si eso va de la mano de sacarlo de un universo que estaba tan predispuesto a explorar.  

Lo mejor: La premisa. ¿Quién no quiere ver el día a día de Guillaume Canet?

Lo peor: Cuando la película se adentra en su segunda mitad, la veracidad y la credibilidad se van para no volver.

Nota: 5/10