Todos sabemos que el transporte oficial del sur es el burro.

Crítica – ‘Bienvenidos a Grecia’

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Título original: Highway to Hellas

Año: 2015

Dirección: Aron Lehmann

Guión: Arnd Schimkat, Moses Wolff, Aron Lehmann

Reparto: Adam Bousdoukos, Christoph Maria Herbst, Akilas Karazisis, Georgia Tsagaraki

Productora: Pantaleon Films

Género: Comedia

Un estirado con corbata procedente del norte, en este caso de Alemania, se ve obligado por cuestiones de trabajo a viajar al sur, en este caso una isla griega. El alemán es el trabajador de un banco encargado de encontrar deficiencias en el funcionamiento de una isla hipotecada con la institución bancaria. El pobre hombre cosmopolita acostumbrado a la civilizada ciudad continental es incapaz de aguantar el «tercermundismo» imperante, pero, ¡oh!, resulta que no todo era tan malo, que quizás estos rudos seres perezosos que solo se dedican a beber, tomar el sol y procrastinar tienen la receta de la felicidad. Sí, el típico y explotado tema de «todos necesitamos un poco de sur». La cosa es que puede que el espectador ya esté un poco harto de los tópicos. Porque ni los del norte son todos unos estirados, ni en el sur somos unos ociosos despreocupados sin ganas de trabajar.

No obstante el trillado tema, ha habido películas que lo han defendido bastante bien. En Bienvenidos al Sur (Luca Miniero, 2011) nos encontramos una comedia bien narrada, con personajes bien construidos y que, además, como comedia que es, hace reír. En Bienvenidos a Grecia (entiendo que los traductores vieron la intención de copia desde lejos) la narración es bastante simple, por lo que entendemos que no debería tener más complicaciones. Bueno, pues no entendamos tan rápido, porque hay lagunas más grandes que el Enol y el Ercina juntos, el avance es torpe, los nudos argumentales están metidos a capón y el desenlace se lo huele hasta quien no hay empezado a ver la película. Y, por cierto, lo de las comedias en las que todos acaban en el agua, ¿eso qué? Ahí lo dejo para que reflexionéis con la almohada.

Todos sabemos que el transporte oficial del sur es el burro.
Todos sabemos que el transporte oficial en los países del sur es el burro.

Hay películas que no están muy  bien narradas, que tienen un guión dudoso, pero que se sustentan en uno o dos personajes fuertes que tiran de todos los demás y que tapan deficiencias en la narración. Juro que intenté buscar este tipo de personajes en Bienvenidos a Grecia, pero de los dos principales, uno estaba muy ocupado en sufrir las inclemencias del sur subido a un burro y el otro, ¿qué decir del otro?, todavía estoy intentando reconstruir su rol en mi cabeza porque no me quedó del todo claro. El resto del reparto se compone de un alcalde que solo sabe mirar con asombro todo lo que sucede, la mujer guapa y dulce de la que se enamorará el alemán, dos tíos con altavoz que indican a gritos a los turistas cómo bajar del ferry que llega a la isla y dos ancianos con pocas luces a lo Dúo Sacapuntas. Todos ellos fachadas sin interior, puestos ahí para cumplir un rol, aunque a veces parece que los guionistas no tenían muy claro cuál era ese rol.

Recordaba de mi época en la que estudié alemán que los teutones tienen un sentido del humor muy particular, muy suyo, de ese que nadie que no haya nacido o vivido mucho tiempo en Alemania es incapaz de captar. Puede que en las salas de cine alemanas se desternillasen, pero yo no pasé de la sonrisa torcida cuando veía uno de esos gags que, en principio, deberían ser graciosos, pero son tan manidos que ya no surten efecto. Lo que no tengo muy claro es si en Alemania haría no haría gracia una escena con tintes grotescos en la que entierran a un joven que «se ha suicidado por culpa de la crisis», dicen. Cierto sabor a bilis me asaltó en ese momento. ¿Cómo se atrevían a hacer mofa de las víctimas silenciosas de la crisis? No tengo muy claro cuál era la intención de los guionistas, pero entiendo que en una comedia que busca la carcajada fácil (aunque no la encuentre) no pretendían abrir un debate sobre la desesperada situación de los ciudadanos griegos y la cuestionable mano dura alemana. Así, lo único que se puede sentir ante esta broma de mal gusto es repugnancia.

Lo mejor: Que no tendré que volver a verla.

Lo peor: De todo lo malo, que es mucho, me quedo con el maldito y repetitivo estereotipo del sur. En serio, ya no hace gracia. Y mucho menos cuando un país que ha ahogado económica y políticamente a otro se burla de su mala situación, achacada, eso sí, a la holgazanería imperante en todos los países mediterráneos. Tenía que decirlo.

Nota: 3/10