Crítica – ’13 minutos para matar a Hitler’

13minutos

Título original: Elser: Er hätte die Welt verändert

Año: 2015

País: Alemania

Dirección: Oliver Hirschbiegel

Guión: Léonie-Claire Breinersdorfer, Fred Breinersdorfer

Música: David Holmes

Reparto: Christian Friedel, Katharina Schüttler, Burghart Klaußner, Johann von Bülow, Felix Eitner, David Zimmerschied, Rüdiger Klink, Simon Licht, Cornelia Köndgen, Martin Maria Abram

Productora: Lucky Bird Pictures / Delphi Medien / Philipp Filmproduction

Género: Drama

Ficha en Sensacine

Tras hacernos vivir con una maestría evidente las últimas horas de Hitler en ‘El Hundimiento’, el director Oliver Hirschbiegel nos lleva esta vez al polo opuesto; George Elser, un desconocido músico de un pueblecito alemán que ve como su mundo comienza a tambalearse con la llegada del nazismo es el protagonista de ’13 minutos para matar a Hitler’, la nueva película del cineasta germano.

En esta ocasión, el prisma se divide en dos. El guión, escrito por Léonie-Claire Breinersdorfer y Fred Breinersdorfer, divide la película en dos líneas temporales que van alternando entre sí y que se separan y unen por la primera escena de la película: un joven coloca una bomba en lo que descubrimos será el lugar donde tendrá lugar una importante reunión nazi a la que acudirá el mismísimo Adolf Hitler. De ahí en adelante, la historia comienza su separación para contarnos como ese joven ha llegado de la neutralidad a intentar matar al jefe de estado y por otra parte, su penitencia después de colocar la bomba y ser apresado por el ejército nazi.

Ésta es la apuesta de la película, una dualidad narrativa para presentarnos el cómo y el por qué, pero que consigue en mí un efecto de alargamiento innecesario. La película que quiero ver, la del joven que es sometido a tortura por el ejército nazi y que asegura una y cien veces que es el único responsable de los hechos en contra de los deseos del Führer, se ve interrumpida de vez en cuando por una historia que sirve de base, que no es del todo prescindible pero que corta el ritmo con mucha trama que el espectador puede intuir sin necesidad de mostrarla. Con ello, la atención decae, y se produce un vaivén en el que espero con impaciencia las partes que se corresponden al “presente” y observo con cierto aburrimiento todo aquello que trata del “pasado”. Porque en esa línea argumental todo se muestra, todo se explica, todo se deja mascadito para que el espectador entienda ciertas motivaciones del personaje de las que ni siquiera hace falta saber de dónde vienen para comprenderlas.

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No obstante, la película rebosa buena salud en las interpretaciones, algo que el  director parece manejar bien. El reparto en general se muestra bastante acertado, con especial mención a su protagonistas Christian Friedel, que domina con soltura todas las etapas emocionales por las que atraviesa su personaje y nos facilita esa empatía con su sobresaliente trabajo. También es mencionable el trabajo de Burghart Klaussner, encarnando a Arthur Nege, un general del ejército alemán al que el infierno de George Elser le abrirá los ojos sobre una realidad que parece tener hipnotizados a sus compañeros por la causa.

Hay una buena historia en ’13 minutos para matar a Hitler’, aunque para encontrarla haya que escarbar en casi dos horas de una película que pasa sin pena ni gloria por el escaparate de la historia de mitad del siglo XX como muchas otras antes.

Lo peor: Demasiado metraje destinado a explicar el pasado del personaje, con cuestiones que no interesan, aportan poco o son directamente prescindibles porque el espectador las podría intuir igualmente.

Lo mejor: Esa parte que sí queremos ver, que nos muestra la verdadera naturaleza del personaje y que contribuye en el fortalecimiento de una idea que traspasa los propios uniformes de sus adversarios.

Nota: 6/10